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Conservadurismo progresista
En este artículo exploro los fundamentos de los derechos liberales como la libertad de asociación, la libertad de expresión y la libertad de conciencia, así como las libertades asociadas a la búsqueda privada del propio bien. Analizo algunas concepciones alternativas de los derechos liberales y muestro cómo la mejor explicación de estos derechos liberales es la que los fundamenta en un principio igualitario de justicia distributiva. Esto es importante por sí mismo, pero también porque el mismo principio igualitario está en la base de la justificación de la democracia.
Thomas Christiano es profesor asociado de Filosofía y Derecho en la Universidad de Arizona. En el otoño de 2004 será profesor visitante en el All Souls College de Oxford. Actualmente está terminando un libro sobre los fundamentos de la democracia y el constitucionalismo. Ha escrito varios artículos sobre cuestiones de justicia distributiva, teoría democrática y filosofía moral política. Y ha publicado The Rule of the Many (Boulder: Westview Press, 1996).
Significado de la derecha
Las diferencias fundamentales entre las ideologías de izquierda y de derecha se centran en los derechos de los individuos frente al poder del gobierno. Las creencias de la izquierda son liberales en el sentido de que creen que la sociedad está mejor servida con un papel ampliado del gobierno. Las personas de derecha creen que el mejor resultado para la sociedad se consigue cuando los derechos individuales y las libertades civiles son primordiales y el papel -y especialmente el poder- del gobierno se reduce al mínimo.
Entre los ejemplos de un papel ampliado del gobierno se encuentran los programas de ayuda social, como la seguridad social y Medicare, Medicaid, la asistencia sanitaria universal, los cupones de alimentos, la educación pública gratuita, las prestaciones por desempleo, las leyes medioambientales estrictas y otras regulaciones sobre las industrias. La ideología de la derecha favorecería soluciones basadas en el mercado para los problemas que estos programas gubernamentales pretenden abordar. Por ejemplo, fomentar un mercado más libre para la atención sanitaria, impulsado por la elección del consumidor para reducir los costes. O las cuentas de jubilación privadas, como los planes 401(k), en lugar de la Seguridad Social garantizada por el gobierno.
Valores de la derecha
Poco después de su creación tras la Primera Guerra Mundial, los cimientos de la República de Weimar de Alemania comenzaron a temblar. En 1923, Hitler llevó a cabo un intento de golpe de Estado frustrado en Baviera, el llamado Putsch de la Cervecería, un fracaso que, sin embargo, convirtió a Hitler en una celebridad reaccionaria, una señal del descontento alemán con el orden político de la posguerra.
“Aunque se suprima el bolchevismo y se mantenga a raya al fascismo, la crisis del parlamentarismo contemporáneo no se superaría en absoluto”, escribió en 1926. “Es, en el fondo, la contradicción ineludible del individualismo liberal y la homogeneidad democrática”.
La crítica de Schmitt al liberalismo resultó aterradoramente acertada. La lucha entre los nazis y sus oponentes no pudo resolverse mediante un compromiso parlamentario; la República de Weimar cayó en manos del fascismo y arrastró al resto del continente.
Últimamente he pensado mucho en Schmitt. No sobre su oscuro destino -se convirtió en un entusiasta nazi-, sino sobre su clarividencia. Schmitt vio algo en la política alemana, profundos defectos en su orden liberal, antes de que fueran evidentes para otros observadores políticos y ciudadanos de a pie. Su crítica filosófica predijo la realidad política.
Alemán de derechas
En 1968 se celebró un debate entre el pensador conservador William F. Buckley, Jr. y el escritor liberal Gore Vidal. Se esperaba que estos dos miembros de élites intelectuales opuestas mostraran a los estadounidenses que vivían tiempos tumultuosos que los desacuerdos políticos podían ser civilizados. Esa idea no duró mucho. En su lugar, Buckley y Vidal cayeron rápidamente en los insultos. Después, se demandaron mutuamente por difamación.
La historia del debate de 1968 abre un libro bien considerado de 2013 titulado Predisposed, que introdujo al público en general en el campo de la neurociencia política. Los autores, un trío de politólogos de la Universidad de Nebraska-Lincoln y de la Universidad de Rice, sostenían que si las diferencias entre liberales y conservadores parecen profundas e incluso insalvables, es porque tienen su origen en características de personalidad y predisposiciones biológicas.
En general, según la investigación, los conservadores desean más la seguridad, la previsibilidad y la autoridad que los liberales, y éstos se sienten más cómodos con la novedad, los matices y la complejidad. Si se pusiera a Buckley y a Vidal en una máquina de resonancia magnética y se les presentaran imágenes idénticas, probablemente se verían diferencias en sus cerebros, especialmente en las áreas que procesan la información social y emocional. El volumen de materia gris, o cuerpos celulares neuronales, que componen el córtex cingulado anterior, un área que ayuda a detectar errores y resolver conflictos, tiende a ser mayor en los liberales. Y la amígdala, importante para regular las emociones y evaluar las amenazas, es mayor en los conservadores.