¿Qué es la política fiscal y monetaria?

Diferencia entre política monetaria y fiscal

La demanda agregada (DA) es un concepto macroeconómico que representa la demanda total de bienes y servicios en una economía. Este valor se utiliza a menudo como medida del bienestar económico o del crecimiento. Tanto la política fiscal como la política monetaria pueden influir en la demanda agregada porque pueden influir en los factores que se utilizan para calcularla: el gasto de los consumidores en bienes y servicios, el gasto de inversión en bienes de capital de las empresas, el gasto público en bienes y servicios públicos, las exportaciones y las importaciones. A menudo es la causa de múltiples trilemas.

La política fiscal afecta a la demanda agregada a través de los cambios en el gasto público y los impuestos. Estos factores influyen en el empleo y la renta de los hogares, que a su vez repercuten en el gasto de los consumidores y la inversión.

La política monetaria afecta a la oferta monetaria de una economía, que influye en los tipos de interés y en la tasa de inflación. También influye en la expansión empresarial, las exportaciones netas, el empleo, el coste de la deuda y el coste relativo del consumo frente al ahorro, todo lo cual influye directa o indirectamente en la demanda agregada.

Efectos de la política monetaria

Política fiscal expansiva: Esta política está diseñada para impulsar la economía. Se utiliza sobre todo en épocas de alto desempleo y recesión. Consiste en que el gobierno baje los impuestos y gaste más, o una de las dos cosas. El objetivo es estimular la economía y garantizar que el poder adquisitivo de los consumidores no se debilite.

Impuestos: Los fondos en forma de impuestos directos e indirectos, las ganancias de capital de las inversiones, etc., ayudan al gobierno a funcionar. Los impuestos afectan a la renta del consumidor y los cambios en el consumo provocan cambios en el producto interior bruto (PIB) real.

El gasto público: Incluye los programas de bienestar, los salarios del gobierno, las subvenciones, las infraestructuras, etc. El gasto público tiene la capacidad de aumentar o disminuir el PIB real, por lo que se incluye como herramienta de política fiscal.

Algunos de los objetivos clave de la política fiscal son la estabilidad económica, la estabilidad de los precios, el pleno empleo, la asignación óptima de recursos, la aceleración del ritmo de desarrollo económico, el fomento de la inversión y la formación de capital y el crecimiento.

Política fiscal

Hay dos poderosas herramientas que nuestro gobierno y la Reserva Federal utilizan para dirigir nuestra economía en la dirección correcta: la política fiscal y la política monetaria. Cuando se utilizan correctamente, pueden tener resultados similares tanto para estimular nuestra economía como para frenarla cuando se calienta. El debate actual es cuál es más eficaz a largo y a corto plazo.

La política fiscal es cuando nuestro gobierno utiliza sus poderes de gasto e impuestos para tener un impacto en la economía. La combinación e interacción del gasto público y la recaudación de ingresos es un delicado equilibrio que requiere un buen momento y un poco de suerte para conseguirlo. Los efectos directos e indirectos de la política fiscal pueden influir en el gasto personal, el gasto de capital, los tipos de cambio, los niveles de déficit e incluso los tipos de interés, que suelen asociarse a la política monetaria.

La política fiscal suele relacionarse con el keynesianismo, que toma su nombre del economista británico John Maynard Keynes. Su principal obra, “La teoría general del empleo, el interés y el dinero”, influyó en las nuevas teorías sobre el funcionamiento de la economía y todavía se estudia en la actualidad. Desarrolló la mayor parte de sus teorías durante la Gran Depresión, y las teorías keynesianas han sido utilizadas y mal utilizadas a lo largo del tiempo, ya que son populares y a menudo se aplican específicamente para mitigar las crisis económicas.

Política monetaria EE.UU.

El papel del gobierno en la economía estadounidense va mucho más allá de sus actividades como regulador de industrias específicas. El gobierno también gestiona el ritmo general de la actividad económica, tratando de mantener altos niveles de empleo y precios estables. Dispone de dos herramientas principales para lograr estos objetivos: la política fiscal, mediante la cual determina el nivel adecuado de impuestos y gastos, y la política monetaria, mediante la cual gestiona la oferta de dinero. La Reserva Federal, el banco central independiente de Estados Unidos, gestiona la oferta de dinero y el uso del crédito (política monetaria), mientras que el presidente y el Congreso ajustan el gasto y los impuestos federales (política fiscal).

Desde la inflación de los años 70, la política monetaria de la Reserva Federal ha hecho hincapié en evitar una rápida escalada del nivel general de precios. Cuando el nivel general de precios sube demasiado rápido, la Reserva Federal actúa para frenar la expansión económica reduciendo la oferta monetaria, con lo que aumenta los tipos de interés a corto plazo. Cuando la economía se desacelera demasiado rápido, o se contrae, la Reserva Federal aumenta la oferta monetaria, reduciendo así los tipos de interés a corto plazo. La forma más común de efectuar estos cambios en los tipos de interés, denominados operaciones de mercado abierto, es comprando y vendiendo títulos públicos entre un pequeño grupo de grandes bancos y agentes de bonos. Una situación especialmente complicada para los responsables de la política monetaria, denominada estanflación, se produce cuando la economía se desacelera y la inflación aumenta demasiado rápido.