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Economía política de la democratización
La noción de democracia ha evolucionado considerablemente con el tiempo. La forma original de democracia era la democracia directa. La forma más común de democracia hoy en día es la democracia representativa, en la que el pueblo elige a los funcionarios del gobierno para que gobiernen en su nombre, como en una democracia parlamentaria o presidencial[2].
La regla de la mayoría es la que predomina en la toma de decisiones diaria de las democracias,[3][4] aunque otros enfoques de la toma de decisiones, como la supermayoría y el consenso, también han formado parte de las democracias. Sirven al propósito crucial de la inclusión y la legitimidad más amplia en cuestiones delicadas -contrapesando el mayoritarismo- y, por tanto, suelen tener prioridad a nivel constitucional. En la variante común de la democracia liberal, los poderes de la mayoría se ejercen en el marco de una democracia representativa, pero la constitución limita a la mayoría y protege a la minoría, normalmente a través del disfrute por parte de todos de ciertos derechos individuales, por ejemplo, la libertad de expresión o la libertad de asociación[5][6].
Definición del modo de transición
Venezuela lleva décadas en crisis y la lucha por restaurar la democracia no ha sido más que lineal. Sin embargo, en la medida en que confluyan los factores necesarios, como una oposición unida, la presión de la comunidad internacional y la movilización de masas, la democratización no parece estar muy lejos. La literatura de ciencias políticas ha conceptualizado las transiciones como el intervalo entre un régimen político y otro. Aplicando esto al proceso de transición probablemente más observado en la actualidad, en Venezuela la transición implicaría pasar de un régimen autoritario a “algo más” y, en el mejor de los casos, a una democracia. La cuestión crucial aquí, es que este proceso se caracteriza por un alto grado de incertidumbre, lo que significa que las reglas del juego ya no están fijadas, por lo que los principales actores, gobierno y oposición, luchan por definir las reglas y procedimientos de esa transición y del régimen posterior.
Esta incertidumbre, sin embargo, no sólo se produce a nivel de las élites. Se da básicamente en todas partes. Los ciudadanos, los periodistas, las organizaciones intergubernamentales y las ONG, e incluso la comunidad internacional, no pueden estar seguros de lo que sucede y sucederá en un futuro próximo. En última instancia, esto conduce a interpretaciones erróneas o equivocadas del proceso de transición en curso.
Transición democrática
Una de las herramientas clave de legitimación del régimen de Orbán es que puede interpretar su gobierno y su política ante su propio electorado como un marco coherente, fácil de entender y sencillo. Mientras tanto, la oposición no ha conseguido encontrar su propia manera de relacionarse con el sistema actual durante la última década.
La oposición está mayoritariamente de acuerdo en que el objetivo estratégico de Fidesz es establecer un sistema político autoritario que haga que los gobernantes sean insustituibles a largo plazo. Así, el partido en el poder ha seguido una agenda bien pensada en tres pasos, ocupando primero las posiciones de poder político y las instituciones, luego las posiciones económicas/financieras y, finalmente, ocupando la esfera cultural. Todo este proceso ha ido acompañado de la toma gradual de los medios de comunicación. Sin embargo, las opiniones de los partidos de la oposición sobre la posibilidad de sustituir al partido en el poder por medio de elecciones son muy diferentes.
Algunos actores políticos consideran a menudo que el sistema es una “dictadura” en la que las instituciones independientes sólo cumplen una función decorativa, pero siguen presentando denuncias ante la policía, el defensor del pueblo o el Tribunal Constitucional, y continúan ocupando un escaño en la Asamblea Nacional. Mientras tanto, los partidos políticos, la intelectualidad y los medios de comunicación debaten sin cesar cómo definir el sistema (por ejemplo, régimen híbrido, sistema antiliberal, etc.), lo que puede ser interesante intelectualmente, pero deja a la oposición y a su electorado en la más absoluta incertidumbre sobre lo que seguiría a una victoria electoral de la oposición en abril de 2022. Las valoraciones potenciales son muy diferentes: algunos piensan que el gobierno sería un pato cojo sin una mayoría de dos tercios, lo que reduciría el alcance de sus decisiones a cuestiones como dónde instalar carriles bici, mientras que los que se encuentran en el otro extremo de la escala dicen que la Ley Fundamental es ilegítima y, por tanto, puede ser derogada por completo, lo que provocaría un nuevo proceso constitucional y el establecimiento de un nuevo sistema de derecho público.
¿Qué ley fue fundamental para el proceso de transición política hacia la democracia? online
Un portavoz del Ministerio Federal de Asuntos Exteriores emitió hoy (22 de septiembre) la siguiente declaración sobre el intento de golpe de Estado en Sudán: Condenamos el intento de golpe de Estado de ayer en Sudán. Acciones antidemocráticas de este tipo ponen en peligro la transición política en Sudán, que es un paso importante hacia una paz y prosperidad duraderas para el pueblo del país. Acogemos con satisfacción el claro compromiso del gobierno de continuar el proceso de transición y reforma. Las reformas económicas, los avances en el proceso de paz y el establecimiento de instituciones que defiendan la democracia y el Estado de Derecho, tal y como se establece en la constitución de transición, deben proseguirse enérgicamente para mejorar las condiciones del pueblo de Sudán. Alemania ha sido un gran defensor de un futuro democrático y pacífico para Sudán durante los últimos años y seguirá apoyando la transición política bajo el gobierno provisional dirigido por civiles.