Contenidos
La ciencia y la guerra
Las capacidades científicas y tecnológicas son fundamentales para el progreso social y económico de los países en desarrollo; por ejemplo, en el sector de la salud, la investigación científica condujo al desarrollo e introducción de la terapia de rehidratación oral, que se convirtió en la piedra angular de los esfuerzos internacionales para controlar las enfermedades diarreicas. La investigación también estableció que dos centavos de vitamina A administrados a los niños cada seis meses podrían reducir la mortalidad infantil en muchos países en más de un tercio. En la agricultura, las técnicas de rotación arroz-trigo han mejorado considerablemente la producción de alimentos en el sur de Asia. En Centroamérica, la gestión de los recursos naturales con base científica ha sido esencial para el desarrollo de la industria turística, una importante fuente de divisas.
Los programas internacionales basados en la ciencia y la tecnología son componentes fundamentales de la política exterior de Estados Unidos, y en particular de las actividades de ayuda exterior. La ayuda exterior, probablemente más que cualquier otro esfuerzo internacional, proporciona oportunidades para que los representantes del gobierno de Estados Unidos y sus socios se unan a los líderes políticos y económicos, intelectuales y activistas de docenas de países en diálogos continuos y constructivos y en proyectos concretos diseñados para mejorar la calidad de vida de cientos de millones de personas. La ciencia y la tecnología suelen ser las piedras angulares del éxito de los proyectos. Los dividendos políticos y económicos compartidos de estas actividades pueden ser enormes.
Efectos negativos de la tecnología en la guerra
“Los ejércitos que podían llegar más lejos, golpear más fuerte y llegar más rápido suelen ganar, mientras que los ejércitos de alcance restringido, menos armados y más lentos perdían. Por esta razón, se ha volcado una enorme cantidad de esfuerzo creativo humano en ampliar el alcance, aumentar la potencia de fuego y acelerar la velocidad de las armas y de los ejércitos”.
La tecnología siempre se ha utilizado para producir herramientas de guerra mejoradas. En la era moderna, que normalmente se acepta que comenzó después de la Revolución Francesa, la investigación sistemática en ciencias ha permitido el desarrollo de nuevas tecnologías e innovaciones tanto para uso militar como civil. Estas han tenido efectos tanto en la sociedad como en la naturaleza de la guerra. Las naciones europeas, además de librar guerras entre ellas, utilizaron su tecnología superior para subyugar y colonizar otras naciones. Si reflexionamos sobre la historia del subcontinente indio, observaremos que, desde los días de la invasión de Babur, los extranjeros han explotado su tecnología superior y, a veces, su estrategia y táctica superiores para subyugar a la India. La era actual, que se denomina posmoderna o del conocimiento, está desarrollando una revolución tecnológica sin precedentes. Estas tecnologías no sólo han afectado a innumerables actividades en el ámbito civil, sino que también han iniciado una revolución en los asuntos militares. En este artículo se intentará examinar las tendencias dominantes en las tecnologías y su impacto en la conducción de la guerra terrestre. También se discutirán brevemente las tecnologías futuras que se prevén.
El desarrollo tecnológico después de la Segunda Guerra Mundial
“Los ejércitos que podían llegar más lejos, golpear más fuerte y llegar más rápido suelen ganar, mientras que los ejércitos de alcance restringido, menos armados y más lentos perdían. Por esta razón, se ha volcado una enorme cantidad de esfuerzo creativo humano en ampliar el alcance, aumentar la potencia de fuego y acelerar la velocidad de las armas y de los ejércitos”.
La tecnología siempre se ha utilizado para producir herramientas de guerra mejoradas. En la era moderna, que normalmente se acepta que comenzó después de la Revolución Francesa, la investigación sistemática en ciencias ha permitido el desarrollo de nuevas tecnologías e innovaciones tanto para uso militar como civil. Estas han tenido efectos tanto en la sociedad como en la naturaleza de la guerra. Las naciones europeas, además de librar guerras entre ellas, utilizaron su tecnología superior para subyugar y colonizar otras naciones. Si reflexionamos sobre la historia del subcontinente indio, observaremos que, desde los días de la invasión de Babur, los extranjeros han explotado su tecnología superior y, a veces, su estrategia y táctica superiores para subyugar a la India. La era actual, que se denomina posmoderna o del conocimiento, está desarrollando una revolución tecnológica sin precedentes. Estas tecnologías no sólo han afectado a innumerables actividades en el ámbito civil, sino que también han iniciado una revolución en los asuntos militares. En este artículo se intentará examinar las tendencias dominantes en las tecnologías y su impacto en la conducción de la guerra terrestre. También se discutirán brevemente las tecnologías futuras que se prevén.
Guerra y tecnología
La financiación militar de la ciencia ha tenido un poderoso efecto transformador en la práctica y los productos de la investigación científica desde principios del siglo XX. Especialmente desde la Primera Guerra Mundial, las tecnologías avanzadas basadas en la ciencia se han considerado elementos esenciales de un ejército exitoso.
La Primera Guerra Mundial se llama a menudo “la guerra de los químicos”, tanto por el amplio uso del gas venenoso como por la importancia de los nitratos y los explosivos avanzados. El gas venenoso, que comenzó en 1915 con el cloro de la poderosa industria alemana de tintes, fue utilizado ampliamente por los alemanes y los británicos; en el transcurso de la guerra, los científicos de ambos bandos se apresuraron a desarrollar productos químicos cada vez más potentes y a idear contramedidas contra los gases enemigos más recientes[1] Los físicos también contribuyeron al esfuerzo de guerra, desarrollando tecnologías de comunicación inalámbrica y métodos basados en el sonido para detectar los submarinos, lo que dio lugar a las primeras y tenues conexiones a largo plazo entre la ciencia académica y el ejército[2].
La enorme magnitud de la financiación militar de la ciencia desde la Segunda Guerra Mundial ha dado lugar a una gran cantidad de literatura histórica que analiza los efectos de esa financiación, especialmente en la ciencia estadounidense. Desde el artículo de Paul Forman de 1987 “Behind quantum electronics: La seguridad nacional como base de la investigación física en Estados Unidos, 1940-1960”, ha habido un debate histórico constante sobre cómo y hasta qué punto la financiación militar afectó al curso de la investigación y los descubrimientos científicos[3]. Forman y otros han argumentado que la financiación militar reorientó fundamentalmente la ciencia -sobre todo la física- hacia la investigación aplicada, y que las tecnologías militares constituyeron predominantemente la base de la investigación posterior, incluso en áreas de la ciencia básica; en última instancia, la propia cultura e ideales de la ciencia se vieron coloreados por la amplia colaboración entre científicos y planificadores militares. Daniel Kevles ha presentado una visión alternativa, según la cual, aunque la financiación militar proporcionó muchas nuevas oportunidades a los científicos y amplió drásticamente el alcance de la investigación física, los científicos conservaron en general su autonomía intelectual.